La batalla de las compañías aéreas contra el cambio climático sigue adelante de la mano de la investigación de nuevos combustibles más respetuosos con el medio ambiente. Si el pasado mes de febrero concluyó con éxito el primer vuelo de prueba de un avión de una compañía aérea comercial propulsado parcialmente con biocombustible, ayer Boeing anunciaba que había volado en España un avión propulsado con una pila de combustible de hidrógeno, un dispositivo electroquímico que transforma el hidrógeno directamente en electricidad y calor sin generar ningún producto de la combustión, como el dióxido de carbono, sino sólo agua. Por primera vez en la historia de la aviación, el hidrógeno fue el encargado de mover las turbinas de un avión, en este caso un motovelero biplaza Dimona, de una envergadura de 16,3 metros. Y lo hizo en tres ocasiones, puesto que Boeing desveló ayer que se han realizado tres vuelos de prueba en febrero y marzo en el aeródromo de Ocaña. El aparato, fabricado por Diamond Aircraft Industries de Austria, fue modificado por un equipo de ingenieros del Centro de Investigación y Tecnología de Boeing (BR&TE)en Madrid. Sistema híbrido La filosofía de funcionamiento es parecida a la de un coche híbrido -que lleva dos motores, uno de combustión interna y otro eléctrico, y dependiendo de la velocidad y el momento de la conducción funciona uno u otro-. Así, el aparato de Boeing incluye un sistema híbrido de potencia, compuesto por una pila de combustible de Membrana de Intercambio Protónico y una batería de ión litio que suministra energía a un motor eléctrico acoplado a una hélice convencional. Este motor fue el que se utilizó en el despegue y ascenso, por tratarse del segmento de vuelo que requiere de la máxima potencia, aunque se espera que en unos años la mayor potencia de la pila evite la utilización de la batería, que entre otros inconvenientes obliga a la implantación de un dispositivo especial de ventilación. Durante los vuelos, el piloto del avión experimental alcanzó una altitud de 1.000 metros sobre el nivel del mar, utilizando una combinación de energía de la batería y la potencia generada por pilas de combustible de hidrógeno. Tras alcanzar el nivel de crucero y desconectar las baterías, el piloto voló recto y nivelado a una velocidad de crucero de 100 kilómetros por hora durante aproximadamente 20 minutos con energía generada sólo por las pilas de combustible. Según los investigadores de Boeing, esta tecnología ofrece la posibilidad de propulsar vehículos aéreos pequeños tripulados y no tripulados. A largo plazo, las pilas de combustible de óxido sólido se podrían aplicar a los sistemas secundarios de generación de potencia, como los grupos electrógenos auxiliares para los grandes aviones comerciales. Boeing no prevé que las pilas de combustible proporcionen la energía primaria para grandes aviones de pasajeros, pero la compañía continuará investigando su potencial, además de otras fuentes alternativas de combustible y energía sostenibles que mejoren el rendimiento medioambiental. Por su parte, el piloto que maniobró el aparato por primera vez, Cecilio Barberán, destacó la sensación de seguridad que ofrece este avión, la misma que uno convencional, dijo. Además de destacar que el aparato no produce emisiones de dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero, Barberán indicó que emite menos ruido tanto dentro como en el exterior de la cabina.
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